Cuando una persona fallece, sus herederos han de decidir su aceptan su herencia o la rechazan (es lo que se llama repudiación). La renuncia ha de ser expresa y en documento público o auténtico.  Es irrevocable, esto es, una vez que se otorga ya no vale cambiar de opinión. Se es heredero o se deja de serlo con todas las consecuencias, y para siempre.

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